Queridos lectores:
Hoy queremos recodar aquellos maravillosos años en los que nos escribíamos cartas…
Cartas de amor que cruzaron mares o se entregaban a la mano. Escritas en la intimidad, cuidando cada detalle, sin tachones ni faltas de ortografía. Tratabas el papel con la mayor delicadeza, llegándolo incluso a perfumar. Hoy en día son recuerdos con un valor sentimental incalculable. Quien posee una carta de amor en papel posee un tesoro.
Cartas de campamento. Después de 15 días repletos de buenos momentos llegaba el final del verano… y ellos partían… Los niños volvían a sus casas, y el primer mes después del campamento dedicaban tardes enteras a escribir a sus buenos amigos. Folios decorados con dibujos personales, hojas con ilustraciones profesionales, papeles de libretas arrancados con la emoción de relatar de la manera más divertida y añorada sus novedades y recuerdos.
Postales navideñas, llenaban los buzones el mes de diciembre. Diariamente la última semana del año, recibías un crismas impreso con un dibujo o una fotografía con motivos navideños. Tus familiares, tus amigos, empresas y más empresas… todos se encargaban de que recibieras tu postal en mano.
Postales del mundo. ¿Quién no viajó a una nueva ciudad y se acordó de los suyos durante el trayecto? Comprabas en cualquier tienda de recuerdos una postal con las mejores vistas del lugar, y la escribías tomándote algo en una terraza disfrutando en directo de esas mismas vistas. Sello y al buzón de correos.
El papel nos ayudó a comunicarnos. A dar grandes pasos. A mantener las relaciones sociales. Ese momento en el que abrías tu buzón y te encontrabas una carta de un ser querido no tenía precio. Te asentabas en el sofá y abrías el sobre con sumo cuidado. Retirabas el papel interior y disfrutabas la lectura.
Es triste pensar que ya en escasas ocasiones recibimos hoy en día una carta personal… Sólo los bancos nos recuerdan casi a diario que existe la comunicación personal vía escrita. ¡La tristeza aún es mayor!
¿Por qué no recuperamos esa tradición? ¿Por qué no te animas a sorprender a alguien con una carta escrita por tu puño y letra? ¿Por qué no ahora que la navidad está a la vuelta de la esquina te animas y le mandas un crismas a alguien al que aprecias?
Nunca es tarde si la dicha es buena, y si las modas vuelven en el vestir, ¿por qué no pueden volver en la manera de comunicarnos con los demás?
Dale un descanso a tu móvil y a tu correo electrónico, y destapa el bolígrafo. Estoy segura que una carta puede ser el mejor de los regalos que entregues en estos días que corren. ¡Haz la prueba y nos comentas!
Con el tiempo quizás llegues a este nivel de caligrafía…
P.D No te lo pienses y ¡hazlo!
P.D2 ¡Larga vida al papel!
Atentamente,
Trigraphis